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Salando las heridas

Por Matías Russo

El despido de Navarro de C5N resulta un nuevo golpe para la libertad de expresión, y por ende para la democracia y la república Argentina. Esa democracia, y esa república que muchos dicen defender, que sirve de justificativo para votar lo más rancio de la política argentina, pero cuando ambas están en riesgo miran hacia otro lado.

Porque a una gran parte de la sociedad no le importó que el presidente salga a anunciar un triunfo que no fue en las PASO, porque a muchos no les interesa que se esclarezca la desaparición forzada de Santiago Maldonado, y es más, muchos justifican que se actúe violentamente contra el tatuador, el artesano, el hippie, como lo han llamado; incluso han llegado a comparar a los mapuche con las FARC o el ISIS.

Si a esa gran parte de la sociedad no se le mueve un pelo por los engaños que hizo Macri en campaña, por la desaparición de un argentino es obvio que a quién le puede importar la figura de Roberto Navarro. Honestamente creo que a muchos de los que nos encontramos en el campo nacional y popular, la figura de Navarro despierta afecto, pero también desencanto.  Para mí siempre fue la versión K de Lanata; sin embargo, no hay que desconocer que se convirtió en un emblema del periodismo de investigación antimacrista, de ahí se justifica parte de su despido.

Qué lejos que quedó la publicidad de TN donde anunciaba que con la Ley de Medios podría llegar a desaparecer; qué lejos quedó la imagen de Lanata dando lastima pidiendo que  “hagan algo” si lo “sacan del aire”.  Pasó el tiempo y TN no corrió la misma suerte que Maldonado, Lanata sigue operando, pero los programas que se encargaban de difundir la agenda Kirchnerista si dejaron de existir: 6,7,8, Duro de Domar, TVR mutó a un magazine neutral entre comillas, y si queres saber qué pasó con la Ley de Medios, mira cuánto creció Grupo Clarín en este año y medio donde ya abarca papel, radio, televisión, internet, Nextel, 4G, si nos descuidamos vamos a amanecer con un círculo rojo pintado en la frente.

El despido de Navarro también representa una pequeña (pero importante) mirada de lo que será el resultado final de las elecciones legislativas. Con una decena de encuestadores, afines y no tanto al gobierno, anticipando una victoria de Esteban Bullrich por sobre CFK desde 3 hasta 5 puntos de diferencia, las empresas de medios hacen su negocio y se van perfilando para esta nueva era de periodistas amarillos. Navarro fue la víctima de estas elecciones y la confirmación de lo que se viene. Criticable desde lo ético, entendible desde los políticamente correcto, acertado desde lo económico, más que desilusionarse por el cambio de bandera de C5N deberían lamentarse que una gran parte de la sociedad siga votando contra sí misma, avalando la profundización del ajuste, la flexibilización laboral, la pérdida de derechos, por el solo motivo de un odio irracional hacia la figura de la ex Presidenta.

Que bajo, que abandonado, que censurado quedó el periodismo crítico que el otro día lo escuchaba a Jorge Asís con ojos revolucionarios. A dónde hemos llegado.  El Turco en su respaldo público a Navarro se refería a la nueva composición de los medios que expresé anteriormente, y mencionaba como posible hipótesis el hecho de una “tregua”, de “bandera blanca” entre “gente que podía ir presa pero que no va a ir presa”. No me interesa detenerme en el entramado político empresarial de Cristóbal López, Santa María o Magneto, sino en profundizar la hipótesis de “tregua”, de “bandera blanca” desde lo social.

Con medios oficialistas, sin periodismo de investigación opositor al gobierno, a lo mejor se baja el nivel de agresividad, ya no va a haber nada que ocultar, porque nada va a salir a la luz, nos quedaremos en críticas hacia Macri, pero la gente va a dejar de tirarse con muertos, finalmente el cuerpo de Nisman dejará de ser desenterrado cada dos por tres y descansará en paz, y Maldonado…quedará en una gran incógnita donde todos supondremos qué pasó, pero difícil que sepamos realmente qué pasó.  La militancia, el electorado, el pueblo argentino dejará de tirarse con carpetas ajenas y de a poco iremos abrazando nuevamente a ese vecino, a ese amigo, a ese familiar, del cual nos separamos por no compartir intereses, visiones, ni modales. Ya no envidiaremos al que cambió el auto usado por un 0KM, al que se fue de vacaciones todos los años, ni al que tiene la mejor pilcha, porque ya no tenemos nada de eso, quizás ni siquiera discutamos por jugadas del partido porque nos privatizaron las transmisiones del fulbito.

La pobreza nos hará creer que somos buenas personas, ya no le echaremos la culpa de nuestros males a la vieja chorra, porque la Abogada perdió las elecciones, quedó expuesto su techo y quizás hasta pierda un piso.  Mauricio no va a poder responsabilizar de todo la Doctora y sin ella como enemigo vital la gente dirigirá el odio con el cual votó contra Cristina, hacia Cambiemos.  En esa capacidad de resiliencia del ser humano, de adaptarse a situaciones adversas, ya sin CFK, sin un peronismo representativo, con un país devastado por Mauricio Macri, Cambiemos al fin cumplirá con una promesa de campaña: unir a los argentinos.

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