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Maldonado vs. Mayweather

Por Matías Russo

La pelea estuvo pareja. Golpe por golpe, los dos tuvieron ese empuje que le dan los medios de comunicación para que sea un fin de semana estelar en la televisión. Antes que terminara el combate, intuíamos que los jueces en el futuro inmediato fallarían en favor de Mayweather, no por sus cualidades como boxeador, sino porque la justicia siempre está del lado del más fuerte.

No me estoy refiriendo a la pelea entre Mayweather y Conor McGregor desde un análisis deportivo, sino a la disputa en términos mediáticos que tuvo este acontecimiento mundial del cual todos estuvimos pendiente, frente al caso de Santiago Maldonado, que a casi un mes de su desaparición, los sectores populares tratan de sostener el tema en agenda para no terminar tirando la toalla.

Todo comenzó entrando el fin de semana cuando la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich en TN se refirió al tratamiento del caso del mapuche desaparecido como que “hay bandos que quieren encontrar a Maldonado y el bando de los que no queremos encontrar a Maldonado”.  Puede que este sincericidio o acto fallido de la ministra haya sido el impulsor de toda una campaña en redes sociales reclamando la aparición de Santiago Maldonado e incluso allí se haya abierto una grieta. Porque parece que los Argentinos están tan susceptibles y violentos que no se pueden poner de acuerdo incluso para reclamar por la aparición de una persona que a priori todo indicaría que Gendarmería tuvo responsabilidad y culpa.

Es curioso ver como muchos de esos que fueron «Nisman», un ñoqui del Estado, pésimo fiscal, vergüenza hasta de la comunidad judía argentina, y un ser que hasta tuvo desprecio por su vida al punto tal de quitársela, hoy no les interese saber ¿dónde está Santiago Maldonado? Evidentemente algunos nacen con el uniforme puesto.

Los simpatizantes del gobierno se sintieron atacados como si reclamar por la aparición de Maldonado fuese un intento de destitución K a Mauricio Macri, en lugar de un lógico pedido a un Estado que además de no estar a la altura de solucionar los temas de la inseguridad cotidiana ahora es al menos cómplice de una nueva desaparición en democracia.

Hablando de desaparecer en democracia… ¿Y Julio López dónde está?  Fue una suerte de eslogan de campaña de Cambiemos para salir a desprestigiar en redes sociales el pedido por Santiago. Burdo,  flojo de argumento que alguien que nunca en su vida se preocupó por la aparición con vida de López ahora lo use para defender al gobierno. Porque desconoce que mientras Julio López despareció en democracia, el abogado de los represores era el mismo que hoy es Jefe de Gabinete del Ministerio que conduce Bullrich.

Recaer en Julio López, es recaer en el poder que en mayor o menor medida tuvieron los genocidas y mantuvieron en cualquier gobierno democrático pero que hoy militantes de la era más oscura de la Argentina nos gobiernan. Sino hagamos un repaso por lo que comenzamos hablando en este editorial que es el tema del tratamiento mediático. A horas de la pelea Mayweather – McGregor la noche de Mirtha Legrand estuvo invadida de los sectores más conservadores de la sociedad. Esos pensamientos que atrasan como mínimo hacia los ´70.

Escuchar a Julio Bárbaro defender a las fuerzas de seguridad o Patricia Bullrich, otra vez, decir que los “demonios no eran tan demonios” refiriéndose a la dictadura evidencia todo lo que se retrocedió en casi dos años de un nuevo, pero viejo, gobierno.

En esa #Mesaza de la noche del sábado sin interlocutores que difieran del pensamiento de derecha manifestado en esa cena, quedó evidenciado como actúa el poder real desde sus voceros. José Luis Espert como representante de la banca internacional y de la embajada, hasta con gestos y expresiones violentas controló a la ministra Bullrich demostrándole su lugar de subordinada. Patricia solo agachaba la mirada. Pudimos ver también a María Laura Santillán, como la representante de Magnetto en la mesa, proponer la reescritura del Nunca Más planteando los bandos de víctimas inocentes y víctimas culpables, moderando a Julio Bárbaro que buscó desandar la memoria guerrillera instaurada como parte del relato K.  Un Julio Bárbaro, que dice ser peronista, pero de estos peronistas deseosos de poder, no de disputárselo a Cambiemos, sino de compartirlo, ese peronismo liberal y faldero al cual Mauricio le puso la correa y un par de veces al día lo saca a pasear, pero sin embargo ese peronismo sabe que tranquilamente puede reemplazar a los inútiles que hoy pasean por Casa Rosada.

Patricia Bullrich fue la cara política, la representante del gobierno que padeció en la mesa de Legrand.  Maltratada por Espert, Santillán, por Bárbaro, incluso por Mirtha que le pidió la renuncia en vivo y en directo. No es que Bullrich haya sido víctima, sino que en la escalera del poder demostró que escalón ocupa.

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