Pasó una semana de las elecciones primarias, todavía se discute, con mucha menos intensidad, si al final Cristina ganó por 2 votos, por más de diez mil o si le sacó hasta 4 puntos de diferencia a Esteban Bullrich. Pero desde lo simbólico la sensación es que la ex presidenta perdió. El gobierno, con complicidad de la justicia, y de los medios hegemónicos lograron que en las tapas de los principales diarios del país del lunes pasado esté ausente el titular indicando el triunfo de CFK.
Por Matías Russo.
Desde lo político también se perdió, porque hoy se ve cada vez más lejana la posibilidad de que La Doctora retorne al gobierno en 2019, y en contraste la figura de María Eugenia Vidal, ya sin la apariencia de Heidi, mostrando los dientes, como es en realidad, crece con todo el apoyo del poder real. Lo más desalentador de todo no es el retroceso de la figura de CFK, sino la ausencia de un nombre propio que encare el proyecto de real oposición a esta derecha que hoy gobierna la Argentina. Ojo, que hoy hablemos de derrota no significa que el peronismo esté derrotado de cara a las futuras elecciones presidenciales y que el panorama no se pueda cambiar. El oficialismo tendrá que lidiar con egos internos de sus personajes más fuertes que buscarán llegar al poder en dos años: la Gobernadora, Larreta, Peña… y quedará por ver cómo resuelven la ecuación ajuste + pobreza + quita de derechos = caos social.
Con Cristina y Bullrich ya dentro del Senado, la discusión de cara a octubre pasará por si ocupan su cargo legislativo Gladys González o Jorge Taiana, y por ver hacia donde se inclina ese sector tibio del electorado que en primera instancia optó por Sergio Massa y Florencio Randazzo. Pero a la vista todo está claro, la sociedad argentina que define la elección no entiende de grises, está más polarizada que nunca.
Lo que me sorprende, y lo que voy a intentar aclarar es el por qué tanta gente se inclinó por Cambiemos a nivel nacional. Uno recorre el tablero político mundial y ve como la sociedad se va derechizando hasta en los países considerados de primer mundo. El ascenso y la consolidación de Donald Trump en los Estados Unidos, Rajoy profundizando la crisis en España, la victoria de Macrón en Francia, la decisión del Reino Unido de salir de la Unión Europea conocida como Brexit; en América Latina somos espectadores del camino que transita Venezuela, donde están haciendo trizas lo que alguna vez fue la Revolución Bolivariana, vemos el golpe parlamentario en Brasil y la persecución a líderes populares como Dilma y Lula, ni Ecuador donde ganó el candidato de Rafael Correa, le pudo escapar a esta derechización mundial.
La mente humana no distingue de fronteras, y al menos en occidente, las experiencias sociales y políticas dejan en evidencia similitudes en nuestros comportamientos. Por ello uno supone que las estrategias de los medios de comunicación son las mismas para dirigir las decisiones de las personas.
Se inventan crisis económicas, se inventa la inseguridad y se apunta un responsable/enemigo. El hombre en su estado más natural, pone en alerta su instinto de supervivencia, demanda seguridad para él, sin pensar en el otro, pero si moviéndose de acuerdo a lo que las mayorías creen que es el camino indicado para salvarse. Y la voluntad de las mayorías está condicionada por lo que muestran los medios de comunicación. No olvidemos, que en este mundo que estoy graficando lo que no sale en la televisión no existe. Y el lugar al que apunta el propio sistema es en el egocentrismo del hombre para que se active su instinto de conservación: un mercado laboral para pocos, salvajemente competitivo, el materialismo como estilo de vida y como objeto indispensable para ser “respetado” y considerado en determinadas clases sociales; la ambición por llegar al poder, por afianzarlo y ejercerlo. El instinto de supervivencia entendido como el miedo a la muerte o a perder su lugar de poder lo condiciona psicológicamente en una forma de pensar y de conducta corrupta donde uno no se plantea, ni se cuestiona el origen de los problemas ni mucho menos las soluciones que uno está eligiendo porque su fin último es la supervivencia.
Sin desviarnos del tema, pero retomando al plano político nacional, se la pasaron estos meses diciéndonos que si gana Cristina, las inversiones no llegan, que tiene que ganar Cambiemos para que al fin, de una vez por todas, los mercados internacionales confíen en Argentina. Los mismos que nos decían que había que pagarles a los buitres para salir del default y que se reactive la economía, ahora nos ordenan cómo tenemos qué votar. Nos saquearon, y ahora nos piden que oficialicemos y legalicemos su crimen. Nos lo muestran como una amenaza omnipotente, porque no nos dicen quiénes son, ni qué quieren, solo nos dicen que si gana Cristina ellos no nos van a salvar, pero son los mismos que están hambreando a los argentinos y persiguiendo a la figura política que se opone a ellos. Nos dan órdenes, nosotros obedecemos, sin cuestionar. Esa es la lógica del poder económico reflejada en los medios de comunicación de los cuales son dueños. Por eso se explica que luego de un año y medio de promesas incumplidas Cambiemos mantiene y consolida un núcleo duro surgido en 2015 y comienza a desplegar una era de ajuste y flexibilización, pero respaldado en la elección popular.
Más que asumir una derrota en términos electorales, es entender que uno no puede escaparle a la ola que desata el poder real en el mundo. No le vamos a poder escapar a las medidas económicas y de ajuste que se desarrollarán en esta nueva era que comenzó hace un año y medio en Argentina. Pero si se deberá combatirlas. Pero asumir una derrota, no significa bajar los brazos, hay que asimilar este proceso como un momento de reflexión de todos los argentinos. Dado que es una sociedad polarizada voy a concluir hablando de ellos y de nosotros. Ellos que afianzaron el cambio mediante el voto, el día que arrastren su cara por el barro quizás comprendan su error, podrán evaluar por qué votaron como votaron, porque odiaron como odiaron, y porque eligieron perder derechos.
Por más que parezca irracional que alguien vote en contra de su dignidad, nosotros también tenemos integrantes que no razonan, que defienden la corrupción política porque “antes estábamos mejor”, que te hablan de liberalismo sin saber si quiera que significa, y sin detallar sin hablamos de liberalismo político, económico… dejar de echar el 100% de las culpas e Estados Unidos o a Macri cuando como movimiento el peronismo no logró crear una oposición representativa de grandes mayorías y le abrió la puerta a más de un traidor que se apoderó de nuestra sello…hablando de nosotros, tenemos que reflexionar y volver a tener humildad, no creer que el otro por cómo votó en las elecciones es un estúpido y que nosotros la sabemos todas (si tan genios somos, ¿por qué perdimos las últimas tres elecciones?). Apuntemos a madurar como sociedad y a entender cómo funciona la historia argentina, tan cíclica pero al parecer impredecible. Entender que durante la época K se abrieron puertas para conquistas y para crecer como una sociedad más igualitaria:
Empezamos a discutir el rol de los medios, tanto ellos como nosotros sabemos que hay periodistas que mienten, que ocultan, que defienden intereses políticos empresariales; comenzamos a comprender la diversidad sexual, pudimos aceptar que personas del mismo sexo se puedan casar sin ser perseguidos; se logró que la mujer tenga un rol activo en la política y en la sociedad en general, entendimos el rol del Estado, cuando te da, cuando te quita…y ahora llegó el momento en el que por un tiempo estas puertas van a estar cerradas…A agachar la cabeza, y a resistir, lamentablemente muchos van a caer… los más vulnerables, los más necesitados. Estas son las reglas que este sistema nos impuso. Hay que estar atentos que estas puertas algún día se van a volver a abrir y vamos a volver a hablar de la libertad.