Por Armando Paredes
Primero de julio de 1974, miles y miles de humanos con lágrimas en los ojos desfilan ante el cajón de quien fuera presidente en tres oportunidades, el General Juan Domingo Perón. Ese día, el país lloró.
Mientras el velatorio generaba ríos de tinta para los medios, satisfechos con tan buena noticia, en Olivos su secretario preparaba a Isabel para que empiece un gobierno que nada tenía que ver con los intereses populares y si con aquellos que representaba López Rega.
A la par que Lopecito indicaba a Isabel que tenía que hacer, el alma de Perón buscaba su morada final. El tiempo pasó con los resultados que la historia relata. Isabel fue detenida, llegó el proceso, el brujo tan odiado como Videla y 30 mil desaparecidos y una deuda eterna nunca nos hicieron olvidar la muerte del general.
Mientras tanto en el celeste y blanco Comando Celestial el general se encontraba en una plaza cita en una nube compañera. El general medía una soga contra un árbol al tiempo que Cristo lo observaba.
Cuando el general hizo un nudo con la soga, Cristo apareció en escena.
-Tenga mano compañero, ¿qué está haciendo?
-¿Y no lo ve, barbeta?
-¿No veo qué compañero general?
-Me voy a ahorcar.
-Pero hágame el favor, ¿usted depresivo? Además le cuento, que muerto ya está. Lo único que logrará es perder el tiempo haciendo el nudo, pero nada más.
-Y si, tenés razón, pero que querés que haga. ¿No viste lo que está pasando en Argentina?.
-Sí, lo mismo que en cualquier parte del mundo. Nada nuevo para mí.
-Si pero duele. Todo lo que logró el pueblo en mi gobierno, lo que refrendaron Néstor y Cristina, todo eso un tilingo te lo tira abajo. Y todavía hay confundidos que están de acuerdo. Barbeta, ¡es increíble! les parece correcto que le saquen pensiones a los discapacitados, que haya desocupación, que la pobreza aumente, ¿podés creer?
-La verdad no, pero no te equivoques. Lo que vos no sabes es que ese tilingo tiene una alianza con el diablo.
-No entiendo. Hagamos una cosa. Vamos a tomar algo al Bar Causa Nacional.
-Dale.
Ya en el bar y ante la presencia de parroquianos como el Che, Cooke, Jauretche, Scalabrini Ortiz, Fidel, Chavez entre otros y en una mesa con vista a la Argentina Perón escuchaba atentamente a Cristo.
-El tema es así, cuenta el barbeta. No creas que el tilingo trabaja solo, él es solo un cadete. Acá el diablo acordó con los dueños de la pelota, es decir, con los jefes de las corporaciones supranacionales para el control total del planeta. Para ello necesitan imperiosamente bajar la diferencia entre nacimientos y muertes. Hoy la proporción es 3 a 1, o sea, nacen 3 muere uno y ellos lo quieren llevar a 2 a 2.
-¿Entonces?, interrumpe el general.
-Nada, continúa Cristo, es la locura del poder y para llegar a eso precisan un puntero en cada país que ajuste a la población o que invente una guerra. Por eso suceden actos terroristas, grupos como el ISIS, tipos como Macri capaz de tomarle la leche al gato con tal de quedar bien con sus patrones.
-Pero, ¿No tenemos ahí un puntero tuyo el Papa?
-Si, algo hace, pero el complejo militar norteamericano, es decir, la maquinaria bélica es más poderosa que el Papa.
-¿Entonces?
-Nada, hay que bancar la parada.
-No, algo tenemos que hacer.
-Y bueno date una vuelta, si querés.
-¿Y cómo si estoy muerto?
-Compañero, ¿nunca vió un fantasma? Nunca escuchó hablar de la máquina del tiempo.
-Si, en las películas.
-No, existe compañero. Le propongo un trato.
-¿Cuál?
-Vaya como fantasma pero no ahora, llegué en 1989. Quizás cambiando la historia sobre todo deteniendo a su mal alumno Menem, un cuadro brillante de Satán, capaz que logramos algo.
-Sí, tenés razón Menem fue un mal alumno, menos mal que me salvó Néstor. En fin. Si decime que hago.
-Ya te preparas para irte, del resto me encargo yo y mi viejo el barba mayor.
Y Perón llegó a la Argentina el 7 de julio de 1988. Al otro día se producía la interna entre Cafiero y Menem. El fantasma de Perón se va apareciendo en el rostro de los principales dirigentes, compañeros y punteros encargados de la elección. Las urnas dicen presente al otro día y gana Menem.
Pero el fantasma de Perón interviene y roba las urnas. Cafiero es el candidato, Satán no puede creerlo. Su pollo no sería presidente.
Con Antonio Cafiero la historia cambia, la década del 90 es positiva, el 2001 no se produce, llega Néstor y Cristina continuando con la trama para hacer de Argentina una potencia. El nuevo orden mundial cae derrotado. Macri es candidato y también pierde. El fantasma de Perón había conseguido cambiar la historia y hacer de la su país un lugar vivible.
Inmediatamente sube al Comando Celestial y lo encuentra a Cristo.
-Ganamos barbeta, ganamos.
-No es tan así compañero.
-¿Como que no, no viste el trabajo que hice?
-Sí pero viviste una ilusión, todo lo que deseaste pasó en tu mente y nada más.
-¿Entonces?
-Entonces nada. El país está como está de la mano del tilingo pero lo que demostré con tu ilusión es que si el pueblo todo, lo desea, se une, se organiza logra hacer realidad tu ilusión el puntero de Satán queda en anécdota.
-Pero es más fácil que un chancho chifle.
-Si lo hace. Pero tu misión es volver como fantasma y lograrlo.
-Vos ya sabes, pero te doy una pista, asusta a esos que dicen ser fanáticos tuyos y que Cristina no lo es y el otro si, bueno esos son funcionales al diablo.
-¿Son de Satán?
-No, cabezas duras nomás. Bueno nos vemos y a trabajar compañero. Si convences a esos que eran peronistas el tilingo cae derrotado y el diablo se toma vacaciones.