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Incomparable

Por Simón Radowistky

El votante amarillo que festejaba el triunfo de su líder nunca imaginó la actualidad argentina. El peronista se la veía venir. En su cabeza giraban títulos:“Se viene la continuidad de los 90´”, “La Alianza II, la historia continúa”, “quizás retorne el proceso”, “volvió Menem” y demás ideas que no dieron con la exactitud que merece este espacio amarillo, bancado por el círculo rojo, con un presidente verde.

Nadie acertó en la comparación. Porque la idea más clara pasa por una mezcla de década infame con revolución libertadora y si hay que encontrarle una definición, es más clara la revolución fusiladora.

Un plan económico igual al formulado por Raúl Prebish en 1956, los medios de comunicación destratando a todo aquello con olor a peronismo y adulando al gobierno hasta caer en la cursilería. Si Perón fue el tirano prófugo, Cristina es la yegua chorra. Si el general tuvo 50 causas inventadas por el poder judicial adicto, Cristina sigue el mismo camino y si la gente tenía miedo de decir que era peronista, ahora pasa lo mismo.

En 1957  Arturo Jauretche escribió: “Unificaron todo el periodismo, la radiofonía y la televisión. Volcaron sobre papel y sobre los oídos toneladas de injuria y difamación. Convirtieron en traidores a la patria a los que la habían redimido de las viejas coyunturas a que ellos sirven, presentaron como tiranos a los libertadores, y no hubo basura del rincón o de retrete que no se arrojaran sobre los hombres, sobre las ideas y sobre la fe del pueblo argentino.

Llamaron al patriotismo, esquizofrenia, demagogia, al amor al pueblo, libre empresa, a la destrucción del capital argentino para subordinarlo al extranjero. Llamaron jueces a los sicarios, policías a los matones, virtud, al entreguismo, desfiguraron todo, anatematizaron lo argentino, exaltaron lo extranjero, llamaron valentía al asesinato impune, y cobardía a la resistencia popular. Volvieron a desfigurar la historia, exaltando al cipayo y al vende patria y denostando al patriota de verdad.

Y eso lo dieron por el periódico, por la radio, por el libro, por la universidad, por la escuela. Y lo dieron en dosis masivas, en dosis para adultos, se dormían oyendo la palabra mentirosa del locutor y despertaron oyendo la palabra mentirosa del locutor”.

Estas líneas se escribieron en 1957. Claro, creyó que era de ayer, no pero. Es la síntesis de lo que siempre piensa la oligarquía y lo aplica cuando el sistema le deja un espacio para la disolución nacional.

Mientras la economía hace estragos sobre las mayorías, las inversiones no ingresan al país porque no les conviene y la tristeza se consolida en el país, el gobierno y aliados justifican la miseria con la supuesta corrupción K. Siguiendo lineamientos de Durán Barba, que abreva en Joseph Goebbels, el macrismo inventó una crisis para empobrecer y entregar al pueblo sobre la base mentirosa de la cleptocracia peronista. La revolución libertadora destruyó la alegría popular inventando 50 causas, 49 de corrupción y una de violación. Causas que cesaron cuando Perón retornó al país. Si mañana Cristina decidiera no participar de las elecciones de medio término las causas acumuladas finiquitarían en 24 horas.

A pesar de las infamias y de la intención de llevar el país a un pre-peronismo todavía queda en el territorio una patria sublevada que en octubre hará eclosión y dará la primer alegría a las mayorías que por el momento se en encuentran tristes y en libertad condicional.

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