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Y ahora, ¿Quién podrá defendernos?

Por Simón Radowistky

En el pasado, y observando el accionar del actual gobierno, uno diría sin temor a equivocarse que con este nivel de impopularidad sería casi imposible un triunfo amarillo en las elecciones de medio término. Pero no es el pasado, es el presente y este va de la mano de las redes sociales y los medios dominantes invadiendo hogares con mentiras, insultos y discriminación  full time.

Las acciones políticas de este gobierno de facto, que llegó al poder a través de la estafa al voto popular, se producen en una alianza entre el poder judicial y los medios de comunicación. Todos los días veremos un pedido de juicio, encarcelación, proceso, mega-causa y demás yerbas jurídicas a todo aquel con olor K. Sucede que la economía rinde con supremo éxito a la oligarquía y no es directamente proporcional a las mayorías. Por lo tanto, a éstas se las conforma con el accionar de una falsa fuerza moralizante.

Que Macri declare “se acabó la impunidad” es casi un paso de comedia. Pero hoy forma parte de la tragedia argentina que vive más del 90 por ciento de la población. El manual amarillo se ha convertido en un sicario de la esperanza nacional, y el plan económico en un asesino serial que sólo se detendrá ante la esperanza de que el movimiento nacional en el formato kirchnerista comience a regresar obteniendo el triunfo en octubre.

Hoy el poder amarillo cuenta con un tercio de los votos. Es difícil entender al voto macrista, que también es perjudicado en forma cotidiana y no reacciona. Dentro de este espacio encontramos votantes con diferentes características, ejemplo: el voto pro confundido es aquel que reconoce haber sido estafado en las elecciones y no lo vota más. El pro resentido dice “son todos chorros, son todos iguales” y vota en blanco. El pro culposo vota a Massa así sigue demostrando  su odio a los K y vive tranquilo en su comunidad de media clase. El pro odiador mal te dice “por lo menos con estos se dialoga”. El pro imbécil, insulta y los sigue votando. Es lo más parecido a un troll. Ahora bien, la pregunta es, ¿No existe el pro honesto que reconozca que lo han estafado electoralmente, que le desorganizaron la vida y la vote?

La sociedad argentina demuestra hoy en día que no es capaz de rebelarse ante la injusticia. Sólo insulta y reclama en pequeños grupos y utilizando la computadora. Todavía existen jóvenes que creen que la revolución se hace con un I pad.

Arturo Jauretche en su obra “Los profetas del odio” escribió: “A la estructura material de un país dependiente corresponde una superestructura cultural destinada a impedir el conocimiento de esa dependencia, para que el pensamiento de los nativos ignore la naturaleza de su drama y no pueda arbitrar propias soluciones, imposibles mientras no conozca los elementos sobre los que debe operar, y los procedimientos que corresponden, conforme a propias circunstancias de tiempo y lugar”.

Esto dijo Jauretche en una época similar a la actual. Además para confirmar que la historia es cíclica agregó: “Es que hay dos Argentinas paralelas, la de la realidad, que se elabora al margen de los estratos formales, y otra, la de las formas, que intenta condicionarla y contenerla en su natural expansión: la intelligentzia pertenece a esta y siempre reacciona de la misma manera y en conjunto”.

Hoy el subsuelo de la patria es similar al pre-peronismo. La mitad de los argentinos ganan 10 mil pesos, apenas para pagar tarifas y mal comer. La clase media de a poco se va acomodando en el espacio de la clase baja y esta observa como su gente va desapareciendo en una muerte silenciosa. Todo pasa y todo queda en un gobierno comandado por una legión de hipócritas que utilizan un plan económico criminal para entregar y arrodillar a la patria ante el imperio. Nunca una dictadura logró lo que el gobierno del procesado Macri ha hecho. Casi dos años de gobierno y se han intervenido cuatro gremios, la CGT es un dibujo, la oposición, salvo Cristina, juegan a oponerse en las leyes sin importancia mientras que votan a dos manos cualquier acto de entrega nacional.

Estamos en el peor momento de la historia y como cuando se convocaba al Chapulín Colorado uno se pregunta,  y ahora, ¿Quién podrá defendernos?

 

 

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