Por Matías Russo.
Que la rosca política no nos tape la realidad. Lo que vivimos, lo que sentimos, nuestras dificultades para llegar a fin de mes, si tenemos suerte, o las penas de los más humildes que a esta altura piensan en cómo hacer para alimentarse. Problemáticas que muchas veces no encuentran una representación tal en sus dirigentes. Ya se conocen los candidatos: lo estiró hasta último momento pero, como se le pidió, Cristina Fernández será protagonista; se le dio la chance a Florencio Randazzo de ser parte de una real oposición pero decidió hundirse solo en su objetivo: disputarle el liderazgo a la presidenta mandato cumplido y buscar restarle votos. En la misma línea desde el Frente Renovador aseguran que “Massa va a hacer lo que tenga que hacer para frenarla”.
Cristina Fernández será objeto de una estrategia de campaña en común por parte de todos los partidos. Desde Unidad Ciudadana apuntarán a mostrar la inclusión que se vivió durante la década K, y presentar un plan concreto para combatir este modelo económico; dejando de lado la agenda judicial que involucra a La Doctora. Por su parte Cambiemos hará foco en la denuncia serial contra la ex mandataria. Estrategia que servirá para tapar una economía que no arranca y sus propias causas de corrupción.
Nos podríamos preguntar ¿por qué a un año y medio de dejar su mandato pareciera que Cristina sigue siendo la presidenta y el rival político a eliminar? El establishment, el poder real, los que manejan el rumbo económico y político del mundo necesitan que figuras como la de CFK no retomen al gobierno. Y este poder ha elegido a sus candidatos para combatirla.
Esto quedó explícito cuando desde Clarín sacaron a la cancha esta especie de “campaña del miedo de la oligarquía”: “El Gobierno advierte que un mal resultado electoral afectaría las reformas económicas». Clarísimo: si pierden no pueden profundizar el ajuste. Desde Wall Street le dieron el ultimátum: «si no se implementan con éxito las reformas la confianza podría debilitarse». Si en pleno año electoral no tuvieron pudor a la hora de sacarle las pensiones a los discapacitados, no les tembló el pulso a la hora de implementar el tarifazo, no les importó lo que significó la plaza de Mayo en repudio al 2×1 a los genocidas y ni siquiera consideraron sostener la televisación del fútbol gratuito como estrategia hasta marketinera, ¿Se imaginan el ajuste que podría hacer el Gobierno si ganan las elecciones?
Recientemente Morgan Stanley le bajó el pulgar a la Argentina (de Macri) volviéndose a estancar sin llegar a la categoría de «mercado emergente». ¿El argumento? Los cambios que implementó el Gobierno deben ser «irreversibles». Es decir, quita de subsidios a PYMES, a la clase media y baja, despidos y techo a las paritarias para garantizar la flexibilización laboral, apertura de importaciones en deterioro de la industria nacional, persecución política para generar temor e impedir que se le haga frente a estas medidas político-económicas; TODO ESTO debe asegurarse legislativamente y para ello Cambiemos debe tener mayoría en el Congreso o una pseudo oposición. Por eso los candidatos de la oposición por fuera de Unidad Ciudadana, se pronuncian como rivales no tanto de Macri sino de Cristina.
El único impedimento a que se eternice este ajuste brutal dicen los mercados internacionales, el Gobierno y lo reproduce Clarín es «el creciente protagonismo de Cristina Fernández de Kirchner» y «sus buenos números en el principal distrito del país».
Te lo dicen ellos. Cambiemos necesita ganar las elecciones para asegurar de manera irreversible las medidas de ajuste que nos afectan a todos; la presión la tienen por parte de los muchachos de Wall Street, que si no les garantizan de manera legislativa el ajuste la confianza de los mercados internacionales se hace humo y le sueltan la mano a MM. Y también te aseguran ellos: la única figura política capaz de impedir este ajuste eterno es CFK. No les preocupa ni Massa/Stolbizer, ni Randazzo. Para el pueblo empezó lo que en teoría deberían ser las elecciones más fáciles de la historia, sin dudas, sin interrogantes personales de ¿A quién voy a votar? Pensá quién te incluye, quién comparte tus preocupaciones y necesidades. Mira menos tele y más la realidad.