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Patriotas empresarios, nativos sin orejas

Por Matías Russo.

Hasta el propio Durán Barba se ve sorprendido por la imagen positiva que mantiene el presidente. Hace unos días el estratega del PRO dijo que “preveía que Macri iba a perder entre 10 y 15 puntos por el ajuste, pero solo perdió 4”.

A todos y todas les subieron las tarifas, el transporte, los alquileres, las prepagas, las expensas, los remedios, los alimentos; personas que dejaron de pertenecer a la clase media y van cayendo hacia los sectores más vulnerables: tienen que vender el auto, se mudan a departamentos más chicos, dejan de consumir primeras marcas, las 12 o 18 cuotas que le permitían acceder a electrodomésticos que mejoraran su calidad de vida ya son parte del pasado, y además se le puso un techo a las paritarias.

¿Cómo es posible que se siga sosteniendo un gobierno que implementa este tipo de políticas y que más allá de que muchos argentinos se muestran arrepentidos, no se logra cerrar la grieta que en este contexto no debería existir? Unión, unanimidad, coincidir en que el ajuste nos pega a todos, a algunos les duele más a otros menos, pero todos somos víctimas.

La única explicación posible a que una persona de clase media, o de bajos recursos, sea capaz de atentar contra sus intereses y sus derechos se basa en que se logró crear sentido, consenso en cierto sector de la sociedad de que tiene que abandonar sus luchas, conformarse con la mediocridad, deteriorar su estilo de vida y hasta morirse de hambre por su propio bien.  Los mismos que hace 40 años te decían que “somos derechos y humanos”, son los mismos que te decían “estamos ganando” en plena guerra de Malvinas y que en la campaña electoral del 2015 te aseguraban que “no vas a perder nada de lo que tenés”.

En enero desmentían que  iban a subir la edad jubilatoria. Hoy se está evaluando este proyecto que envió el ejecutivo. La Nación publicó “Volver al ruedo después del retiro: hay vida laboral más allá de la jubilación”. Comienza ejemplificando con lo que uno supone que es un relato ficcional, en el que Ramón, un jubilado que ve mucha televisión no está conforme con eso de “no hacer nada” y que además la jubilación “tiene gusto a poco”. Ramón quiere volver a trabajar  y anhela que sea “en relación de dependencia”.

Es patético como la periodista Paula Urien busca crear la idea de que un jubilado no hace nada y que tiene que desear volver a trabajar en relación de dependencia y continúa agregando que “la opción de seguir trabajando es cada vez más atractiva”. A ver si entendemos bien: en lugar de discutir la suba de ingreso para que los jubilados puedan gozar de un buen estilo de vida luego de décadas de trabajo constante y de aportes al Estado,  de disfrutar de ese “ no hacer nada” que para muchos puede ser pasar el rato con sus nietos, viajando, juntándose a jugar a las cartas o hablar de fútbol, política de lo que pasa en la farándula o de lo que se les cante pero con otros jubilados, el viejo en realidad tiene que volver a ponerse el uniforme de empleado y prestar sus últimos años de vida a una suerte de esclavo del Estado que tiene que estar agradecido de poder morirse trabajando.

Todo esto si tenemos en cuenta que el jubilado en cuestión tuvo un trabajo de oficina, un cargo ejecutivo, algo que no le haya demandado demasiado esfuerzo físico, porque por más buena salud que uno goce, después de los 65 años no se puede exigirle al cuerpo el mismo desempeño que 30 años atrás.  Igualmente quédese tranquilo que el titular de Anses, Emilio Basavilbaso te asegura que seguir trabajando “contribuye con la buena salud mental”.

Si para el gobierno, gestionar para un jubilado es un gasto, por supuesto que también los discapacitados van a parar al tacho. A partir de este mes, sin previo aviso el Ministerio de Desarrollo Social empezó a dar de baja a pensiones por discapacidad por pedido de Mauricio Macri que busca reducir el déficit fiscal.

Esto se desprende también de una nota del diario Clarín del sábado pasado titulada: “¿Por dónde pasará la tijera del ajuste?” Donde se argumenta que jubilaciones y sueldos representan el 73% del gasto del Estado, algo que el gobierno buscará reducir “el día después de las elecciones”.

De esta forma Clarín te anuncia lo que vendrá después de octubre. Cuesta encontrar este tipo de notas  debajo de decenas de artículos vinculados pura y exclusivamente al gobierno anterior. Y así como Cambiemos entiende que profundizar el ajuste debe ser después de las elecciones para evitar el rechazo social, nosotros, el pueblo, tenemos que entender que la mejor arma para frenar a estos patriotas empresarios, y dejar de ser nativos sin orejas, es el arma electoral.

 

 

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