Por Gabriel Princip
La gran diferencia existente entre el actual gobierno y el anterior es la violencia impuesta desde los estratos superiores. El poder real trata de someter a un país que tenía visos de Nación. Para ello necesita de dirigentes que se presten al sometimiento de sus paisanos sin ningún sentimiento de culpa.
Desde el cargo menor de la Presidencia se ejerce violencia cuando se descalifica al peronista en su folclore. “El choripán y el colectivo” son sustantivos que utilizó el presidente para marcar diferencias sociales.
La tesis sobre la pobreza y la fantasía de los pobres en otros tiempos que cada dirigente PRO puso al aire, es otra manera de discriminar.
La pronunciación del término grieta en forma constante también es buscar la lucha de clases en forma innecesaria.
“La grasa militante, el ñoqui empleado público, el vago docente” y demás descalificaciones para con las mayorías es seguir creando violencia.
Un hincha de Belgrano muerto en la cancha, luego saqueado, un indigente dormido que fue prendido fuego en la ciudad de Mendoza por cuatro militantes de la clase media, abusos de jugadores de Rugby con menores en la calle, actos de femicidio en todas sus variantes, suba en la tasa de suicidios por depresión, más homicidios pasionales y por problemas económicas también colaboran con un grado de violencia tal que es cada vez más difícil la vida en mi Buenos Aires querido.
Manifestaciones armadas por el poder para la destrucción de dirigentes K, atentados contra la ex presidente, periodistas operadores con vía libre para el insulto y la mentira, medios dominantes que hacen de la descalificación un culto y dirigentes que contestan con insultos cuando se le preguntan por su escasa gestión también ayuda a una violencia incontenible.
Las discusiones familiares derivadas de programas de Tv, el fanatismo de la derecha y de aquellos funcionales a la oligarquía por resentimiento y nada más, también colaboran con la mala onda.
Programas de entretenimientos donde ocultan la letra K, premios que se otorgan según su bandería política, realities con panelistas disfrazados de programas políticos también ensanchan la grieta.
La legión de idiotas integrantes del Facebook más los trolls con amplios sueldos y baja ética ayudan a la guerra continua entre militantes de clase media. Los sitios al servicio de destrozar la imagen del Papa y todo aquel que pronuncie la palabra “kirchnerista” también amplia y engorda el odio.
La violencia está presente como nunca y el gobierno la promueve. Para ser buen alumno, buen empresario y un buen trabajador hay que adorar al líder Mau. Quienes no lo hacen, son acusados de K, peronistas, narcos o violadores, todo es igual, todo es lo mismo.
Pero todo tiene un final, todo termina. Y así como un día Cristina se fue acompañada de 900 mil almas, Macri concluirá el mandato y no sabemos si habrá más gente insultando que tratando de aplaudir su corta gestión.