Por Simón Radowitsky
En el profundo Gran Buenos Aires, el olor a pobreza invade un territorio con sabor a peronismo, a popular, a obrero, otrora a trabajo, a fiesta, a marcha, chori y moscato. Ahí en una humilde casita del sur de Merlo se escuchan los tangos que una AM trucha emite.
El dueño de casa, un jubilado, mecánico él, que con su pequeña entrada le hace el aguante a su hijo desocupado, a su nuera que limpia casas y a su pequeño nieto, que orgulloso, maneja una bici que en el 2015 recibió de unos reyes que pasaron por una unidad básica.
Don José, el que peina canas, sentado en silla tan marrón como antigua le hace honor a los verdes que le ceba su hijo Juan Domingo, y no pregunten por qué se llama así. Eva, la nuera, está barriendo la casa de uno de esos que creen que Macri es la salvación de una Nación que había sido tomada por el comunismo y unos negros choriplaneros.
En la radio, el locutor trata de explicar la actualidad rociado de mensajes en apoyo a su mensaje, más unos pocos que bancan al fascista gobierno.
Don José, entre atento y nostálgico, charla con su nieto.
-Tranquilo Néstor, esto pasa. Ya tu viejo le encontrará la vuelta, tu vieja mejorará el trabajo y quizás yo gane un manguito más.
-¿Seguro, abuelo? ¿Y cómo estás tan seguro?
-Es una cuestión de fe.
-¿Y cuándo volverá la alegría?
-No sé cuándo, pero sí sé con quién. Estos fascistas siempre hacen lo mismo. Nos roban y acusan de ladrones a los compañeros. No saben hacer nada y culpan al peronismo de todo. Pero no duran mucho y otra vez vuelve el peronismo y esto, querido nieto, tenés que saberlo. Los días más felices en la Argentina siempre fueron peronistas.
-¿Y por qué abue?
-Porque el general nos enseñó que nos debemos al país, que la economía debe estar al servicio del hombre y no al revés y que para un argentino no hay nada mejor que otro argentino.
-¿Y Néstor y Cristina no enseñaron nada?
-Por supuesto, nos devolvieron el peronismo que tu padre creía que se había perdido con Menem. “La patria es el otro”, dice Cristina y eso nos da para entender que debemos ser solidarios, debemos ayudarnos, pensar que todo lo bueno se hace en equipo y no creer solo en nosotros.
-Pero abuelo, el presidente nos acusa de todo. En el colegio me dicen que somos todos vagos, choriplaneros, negros y no sé cuántas cosas más.
-Es de envidia Néstor. Ellos tienen plata, pero no tienen alegría, ni conocimiento, solo saben sacarle la plata al obrero que es el que trabaja y vive como puede. Ellos no tienen folclore ni fechas ni plazas. Vos no existías, tu viejo tampoco, pero hubo un tiempo que para reconocernos entre compañeros debíamos llevar una flor en el ojal.
-¿Qué flor?
-La no me olvides. Es que estabamos prohibidos, no podíamos hablar de Perón.
-¿Y por qué?
-De envidia, de amargos que son. No se aguantaron las plazas completas de pueblo, de trabajo, de choripán, de olor a felicidad popular. Y cuando tuvieron el poder nos castigaron con el silencio.
-¿Y siempre fue así?
-No. El general volvió en el 73´, y por un rato fuimos libres pero hasta que llegaron los milicos y otra vez el silencio, hasta que llegó Néstor y luego Cristina.
-¿Y ahí estuvimos bien?
-Si, 12 años de felicidad, asado dos veces por mes, conocí el mar, tu viejo con trabajo fijo, vos llegaste a un mundo feliz. Nos juntábamos en la plaza, cantábamos la marcha y el chori nunca faltó. El trabajo menos y el pueblo hasta podía ver futbol gratis.
-¿Y qué pasó?
-Nada, la sociedad se dejo engañar y otra vez el silencio. La derecha en el gobierno y en el poder y nosotros no estamos prohibidos pero, nos persiguen, nos insultan, nos castigan. La tele y la radio la usan para hacernos sentirnos nada y un poco menos. Por suerte siempre queda algún periodista idealista que al menos te consuela en radio, como ese de la 650.
-Igual abue, yo te banco. Estamos mal, pero te creo que la felicidad volverá.
-No tengas duda, y siempre de la mano de algún compañero.
-Sí, del peronismo
-Pero quédese tranquilo compañero. Es más para festejar esta pequeña alegría ya me voy al lugar más caro de la Argentina, una carnicería y nos hacemos unos choris. ¿Qué le parece compañero?
-¡Pero como no compañero! pero con los viejos, si?
-Por supuesto, con los viejos, cebando unos verdes y con la marchita. ¿Qué se creen estos oligarcas? No tendremos plata pero seguimos con la alegría de la esperanza que nos da la llegada de un gobierno peronista. Ellos tienen la mosca pero nosotros la alegría sintetizada en un chori y un moscato al son de la marcha.
Salud compañero.