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El hombre vigilado

Por Gabriel Princip

“El hombre es bueno, pero vigilado mejor”, solía decir el General Perón. El presidente Macri pretendió comprender esa frase pero fue un poco más allá. Y para ordenar su gobierno, emplea el miedo como sostén de su plan ajustador.

Thomas Hobbes, filósofo inglés del siglo XIX consideró que: “El hombre libre es quien en aquellas cosas de que es capaz por su fuerza y por su ingenio, no está obstaculizado para hacer lo que desea. Así un individuo es libre toda vez que no se encuentre frente a un impedimento físico para moverse. La existencia de leyes que, independientemente de lo arbitrarias que sean, no le arrebatan al hombre su libertad, ya que el miedo, motivo por el cual el hombre obedece las leyes, no constituye para Hobbes un impedimento externo, temor y libertad son cosas coherentes.

En primer lugar, continúa el filósofo, el miedo no puede ser considerado como un impedimento para actuar, al contrario, el miedo constituye una de las motivaciones fundamentales que llevan a los hombres a realizar alguna acción, y en segundo lugar, no es externo, ya que nace en el seno del mismo individuo. Así para Hobbes ya es compatible el hecho de ser un hombre libre con el de vivir  bajo una monarquía absoluta. Tanto si el estado es monárquico como si es popular, la libertad siempre es la misma”.

Por consejo de sus jefes, el presidente expone como lineamiento de su mandato lo que hace cualquier gobierno neoliberal, utilizar el miedo como ordenador. Bajo la idea del hombre libre donde este puede hacer lo que desea sin recalar en una visión colectiva, desarrolla su plan de gobierno.

Macri tiene claro que el plan de ajuste no cierra sin represión. Ordena el país en base a violencia. Su auto es blindado, su mayor gasto del presupuesto es en armas y su mayor encono es hacia los trabajadores. Se brinda ante el FMI, se arrodilla ante al imperio y reta y castiga a sus paisanos. El grado de cipayismo es tal que sólo el miedo como ordenador hace que vislumbre llegar al objetivo, cumplir con su mandato y entregar al país con una absoluta pobreza, reforma laboral mediante.

El presidente siempre habla de la libertad, del individualismo, del hombre libre, jamás menciona al pueblo libre. Hablar del pueblo libre significa trabajar en forma colectiva y no es su idea. Desarrollando el neoliberalismo, con el individualismo como línea editorial, logra la lucha de pobres contra pobres. Premiar al docente carnero, aplaudir a la señora de barrio norte que concurrió con su banderita celeste y blanca al 1A, tildar de mafiosos a los gremialistas, castigar a la industria nacional, abrir la importación y bajar los salarios para lograr un costo más bajo es lisa y llanamente condenar a la población a un individualismo que si o si la lleva a la derrota.

Al tiempo que aplaude al individuo y destruye el estado somete a su gente al miedo. La policía reprimiendo  trabajadores y realizando operativos para el control de la clase media, la justicia encarcelando a líderes populares, estigmatizando todo aquello que tiene que ver con el peronismo y ordenando paritarias bajas logran el control del habitante. Frases como “gracias que tenés trabajo, no te metas, hay que darle tiempo y olvidar a esos que se robaron todo” son sujetos y predicados  escuchados en forma cotidiana. Los medios dominantes con sus pseudo periodistas hacen el resto. La idea es una sola: ordenar el país con el miedo. Al contrario del anterior gobierno que también encolumnaba al país, pero con el trabajo como eje ordenador. No son todos iguales, no es lo mismo el trabajo que el miedo.

 

 

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