Por Germán Mangione.
Iba a arrancar la editorial de hoy argumentando la necesidad del paro nacional. Después me di cuenta que a los macristas no les va a importar, porque piensan que somos todos kirchneristas; a los kirchneristas tampoco, porque ahora todos los paros les parecen bien; a los policías ideológicos de la izquierda les va a parecer tibio; y finalmente a los laburantes que viven diariamente los motivos del paro no hay nada que argumentarles, ni explicarles. Entonces preferí pensar qué hay detrás del paro, qué es lo que subyace, lo que no se ve en la superficie, a simple vista. Y ahí me dí cuenta que detrás de ese debate lo que hay es un escenario difícil para el gobierno de Mauricio Macri. Ante pocos resultados económicos que mostrar, el gobierno decidió volver a alimentar la grieta. El desafío para el campo popular parece ser poder ver más allá.
“Es un paro político”, repiten desde cada uno de los estrados públicos que tiene el gobierno. Ministros, secretarios y hasta el mismo presidente le cargan una intencionalidad supuestamente vinculada a la llegada de un año electoral.
Demás está discutir que toda acción pública es política, porque en realidad lo que intentan transmitir es que las protestas son alimentadas con fines políticos partidarios.
Por si esto del paro político no fuese claro, algunos funcionarios hasta le ponen nombre. Esto es culpa del peronismo, y si no alcanza del kirchnerismo.
La teoría no es nueva ni se limita a lo sindical. No es nueva porque la creación de un enemigo contra el cual confrontar y que representa todo lo perjudicial para la sociedad (y por ende el gobierno lo beneficioso), ya la usó el kirchnerismo. Y no se limita a lo sindical porque, al igual que la gestión anterior, el gobierno de Mauricio Macri empezó a utilizar este axioma en otros ámbitos.
“Tienen animosidad”, dijo el ministro de Educación de la Nación sobre la jueza en lo Laboral Dora Temis, quien dictó este jueves una medida cautelar que ordena la convocatoria a una paritaria nacional docente; tal como venían reclamando los gremios del sector. El ministro de Educación, Esteban Bullrich, anticipó que apelará el fallo. Pero no se quedó en lo judicial, se lanzó a cuestionar los supuestos motivos ocultos (partidarios y sectoriales) que tendría la jueza.
Al igual que en el paro, inflar la grieta tiene un motivo especial: dejar de discutir lo de fondo. ¿Qué provocó el paro? ¿Qué se reclamó ayer? ¿Qué inicio la causa judicial que dio como resultado el fallo de la jueza?
No hay respuestas para los desastrosos números de la industria, que esta semana según el INDEC tuvo una capacidad ociosa del 40%, una de las más altas en años.
En Santa Fe, la utilización de la capacidad instalada en la industria de la región alcanzó en el último trimestre de 2016 el 65,9% de los recursos; apenas un poco mejor que el promedio nacional (impulsado por la agroindustria), pero claramente menor en relación al mismo período de 2015.
No hay respuestas para los miles de despidos en ramas enteras de la producción (pese al supuesto acuerdo que las cámaras empresarias habían hecho con el gobierno), las suspensiones en las automotrices o directamente el cierre de industrias.
Se intenta no poner en discusión cómo un trabajador va a recuperar su poder salarial; si mientras se proponen aumentos del 19 ó 20%, las tarifas siguen aumentando significativamente.
No se habla de los maestros y el sueldo docente, elijen hablar de la jueza o de los dirigentes docentes.
Por supuesto que tienen base sobre la que inflar la grieta. La dirigencia sindical (que es la misma que quienes hoy la bancan, ayer la demonizaban) da todos los elementos para ser cuestionada. Cargos eternos, secretarios empresarios, vida ostentosa y todo lo que puede ser cuestionado de un dirigente sindical. Sin embargo, el gobierno no los cuestiona por esa naturaleza antiobrera, sino como método de no discutir lo que los trabajadores (que finalmente son los que empujaron desde abajo la medida) tienen como reclamo.
Lo mismo sucede en torno a la supuesta partidización, cuando los kirchneristas de paladar negro se suman a los reclamos al grito de “vamos a volver”, o aparecen como Camilo y el Che bajando de la Sierra Maestra después de años de silencio ante reclamos similares.
Tienen con qué inflarla, lo que no significa que los reclamos sean inválidos o injustos.
Y eso no es todo, porque nosotros o algunos de nosotros quedamos entrampados en discutir “esa” grieta, la que infla el gobierno; la otra, la histórica y verdadera crece y nos devora.
Mientras ayer discutíamos cuánto tenía de partidista, de político o de animoso el paro, en el Foro Económico Empresario de América Latina, que se desarrolló en Puerto Madero y que en la jerga empresarial fue denominado el mini-Davos de la región, Macri invitaba a los inversores a “que vengan a invertir y se van a poder llevar la plata”. «Están en el lugar y el momento justos», los invitó.
Y ahí, en ese ámbito, lo que se está discutiendo no es ni más ni menos que la causa del paro. Porque ahí está resumida la propuesta de la gestión. Vengan a invertir, que acá habrá facilidades.
En ese camino encontramos el decreto que modificó la Ley de ART, para intentar garantizarles a las empresas menos litigiosidad laboral. Así, por ejemplo, General Motors que suspendió/despidió a 350 trabajadores, tendrá la seguridad de que si hace la misma cantidad de autos con menos gente y esto provoca más lesiones, no habrá más juicios.
En ese mismo camino, les aseguró a las exportadoras de cereales asentadas en nuestro Paraná que el Estado pondrá 11 mil millones de pesos (entre Nación y Provincia) para mejorar los accesos a los puertos, y así abaratar costos y mejorarles la rentabilidad. A pesar de que con la quita de retenciones se ahorraron 48 mil millones de pesos esas mismas empresas, les garantizamos -afirma Macri- que la plata para las rutas que este modelo impuesto por ustedes destruye, las vamos a pagar nosotros.
Y así la lista crece. Salarios atados a la productividad, permisos de exportación especiales, homologación de despidos injustos, etc.
Y son esas “facilidades” que ayer ofrecía el macrismo, las causas mismas de la conflictividad social y no tal o cual dirigente. Seguramente más de un oportunista político aprovechará esta coyuntura para intentar llevar un poco de lluvia para su balde. Pero lo que hay que preguntarse es qué genera la tormenta.
Ahí, está la grieta. Donde estuvo siempre. Entre los que mandan y los mandados, entre los dueños y los adueñados. Nada más y nada menos que entre los de arriba y los de abajo.
Pero mientras no visualicemos la verdadera grieta, va a ser difícil no quedar en medio de una disputa que no es nuestra.
Como siempre la cosa está en nuestras manos. Nos guste o nos pese, en algún momento vamos a tener que definir como pueblo si seguimos discutiendo entre nosotros o empezamos a pensar de una vez por todas cuáles son las causas, y no solo las consecuencias visibles, que originan nuestros padecimientos. Vas a ver cómo ahí se te aparece clarita la verdadera grieta.