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Dialoguistas o cínicos

Por  Gabriel Princip

Quienes simpatizan con el actual gobierno lo definen como “el mejor equipo en los últimos 50 años” o “gente como vos y como yo que dialoga”, no como el anterior. Aquellos que están en las antípodas del proceso de desorganización nacional comandado por Mauricio Macri lo califican con un sólo adjetivo: fascistas.

Quizás sea una mezcla de ambas definiciones, o quizás no. En la última obra de Dante Palma titulada  “El gobierno de los cínicos” se puede leer “por ello, vamos a remontarnos veinticinco siglos atrás para mostrar el modo en que, en Atenas, el vocablo “idiota” estaba reservado a aquellos individuos que despreciaban los asuntos públicos y solo se preocupaban por su goce privado, y vamos a hacer un recorrido histórico hasta nuestros días para visibilizar cómo lo que alguna vez fue objeto de crítica, hoy es una actitud celebrada.

Esto tiene que ver con que, una vez más, la definición actual de “cínico”, entendido como  alguien que miente a sabiendas o defiende lo indefendible con plena conciencia de estar haciéndolo, dista mucho del origen de la actitud cínica que tuvo Diógenes a su máximo exponente, allá por la época de apogeo del imperio de Alejandro Magno. Diógenes, apodado “el perro”, utilizaba la burla, la ironía y la insolencia como un desafió a la cultura imperante y al poderoso. Hoy en cambio, es esa cultura imperante y ese poder el que se burla, ironiza y se muestra insolente frente al que nada tiene o frente al que está en una posición de debilidad”.

Contextualizando a Palma cuantas veces escuchamos de bocas amarillas frases como “Si no hacemos este plan nos convertíamos en Venezuela” o  “casi derrapamos pero estamos bien”, o “estamos así porque se robaron todo” y así un sinnúmero de conceptos extraídos del Manual de excusa bonaerense que sirve al gobierno sólo para deslindar responsabilidades.

Nadie con buena fe y la secundaria aprobada puede creer en las palabras del presidente justificando un plan económico que excluye y  empobrece. En la mentira a flor de piel de cuanto dirigente del cambio se consolida en forma cotidiana observamos el cinismo del siglo XXI. Ojala fuera ese cinismo de Diógenes, que con la definición original se plantaba desde el conocimiento  y la pobreza frente al poder. Hoy el poder se planta desde el desconocimiento frente a la pobreza.

¿Existen casos de cínicos en el actual gobierno? La respuesta es sí, existen. Cínico es Aranguren que tiene como objetivo de su gestión completar una planilla Excel para beneficiar a empresas amigas y justificar esa injusta transferencia de dinero de los sectores bajos a los altos aduciendo  tarifas baratas. El primer aumento se puede discutir, ahora bien los sinceramientos actuales son actos de cinismos ciento por ciento.

No es el único cínico en el gabinete. Quizás sea tedioso nombrar uno por uno, caso por caso pero la opinión publicada sabe que el fútbol no es más gratis y se le prometió lo contrario. Que se le dijo que los derechos adquiridos no se modificarían y hoy la reforma laboral se vislumbra con el solo objetivo de consolidarse.  El mejor equipo de los últimos 50 años sigue teniendo bajas porque en un acto de cinismo central prometió un plan económico y de movida lo trocó por un plan de negocios.

Dante Palma se explaya sobre el cinismo y cuenta: “Me refiero a María Antonieta, esposa de Luis XV. La anécdota cuenta que había enormes  disturbios en las calles y que uno de sus servidores se le acerca con  afán  de explicar la situación, “el pueblo pasa hambre, majestad, no tiene pan”. Frente a ello, María Antonieta responde cínicamente “si el pueblo no tiene pan, ¿Por qué no come pasteles?”.

Macri en su inconsciente acuerda en su totalidad con María Antonieta. El hijo de Franco nació con la mesa servida y no entiende como hay gente que hoy no come, que duerme en la calle, que camina por no poder pagar el pasaje del colectivo y demás desastres de un proceso de ajuste que él iniciara.

El cinismo hoy nos gobierna. No es difícil escuchar a Michetti opinando que haya no haría paro, o Vidal premiando a carneros, o Patricia Bullrich aduciendo que la inseguridad ha bajado o cuanto diputado se escuche en los medios dominantes explicando que este es el camino correcto a pesar del aumento de la pobreza, de la desocupación constante y del sufrimiento de un pueblo todo que todavía no se explica tanto dolor por el solo hecho de haber cambiado de presidente.

 

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