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Sarmiento, Mitre y Macri un sólo corazón

Por Simón Radowistky

La actual política económica es un símbolo claro de la entrega total de un gobierno cipayo  Menem recargado pero le sale una mezcla de década infame, revolución fusiladora y proceso militar, tampoco descubrimos la pólvora.

Lo cierto, lo concreto y lo comprobable es que la Argentina sigue conviviendo bajo un régimen de fuerzas moralistas que con la osada mentira de la pesada herencia no hace más que cumplir con un plan sistemático de la desaparición de clase media y con ello alinearse servilmente a las corporaciones supranacionales, oligarquía mediante.

“Argentina no tiene un proyecto, con lo cual forma parte de otro proyecto de un país más poderoso” diría Cirigliano, quizás no sea un país sino aquellos que determinan un nuevo orden mundial.

Como no es novedad lo descripto, citamos hechos históricos que reflejan la marca Argentina como un componente más del imperio anglo. En Apuntes  para una historia de la cultura, Juan Carlos Jara relata: “Así como Europa constituyó la fábrica y el Rio de la Plata su granja, en el orden de las ideas debíamos ser los pasivos receptáculos del pensamiento que aquella tan gentilmente nos prodigaba. Sarmiento y quienes pensaron como él, se comportaban en realidad al modo de europeos (ricos) exiliados en el nuevo mundo. Por eso dirá Jauretche que, para ellos, civilizar significó desnacionalizar, construir Europa en América. Esa fue, en definitiva, la desmedrada y módica utopía perseguida por la secta rivadiana y sus continuadores, del 37´ en adelante. Lo más grave que desnacionalizar- sobre todo para Sarmiento y para Mitre, mentor y ejecutor, respectivamente, de esa virulenta política anti-criolla fue una expresión  tomada al pie de la letra no solo en su acepción cultural, sino también en un concepto fríamente biológico, pues la desnacionalización implicaba no economizar sangre de gauchos, a los cuales se desvalorizó hasta el grado de negarles toda condición de humanidad, como paso previo al exterminio”.

¿Existe algún parecido entre lo que relata Jara y Macri? Esa es la pregunta. Milagro Sala es la respuesta.

El hijo de Franco prometió en la Embajada, allá a lo lejos y en el tiempo, que su partido “era pro negocios”, o sea, de entrega total y el hombre cumplió.  Esa palabra que otorgó en territorio yanqui proviene de una mentalidad colonizada, de un ser cipayo con una fisonomía tilinga y con un grado exponencial de otario cual sicario del pensamiento nacional.

Continua Jara en su obra: “Ahora bien, esa mentalidad de factoría, con excepciones que van desde Artigas hasta el Alberdi de las polémicas con Mitre y Sarmiento, no dejó de ser la predominante a nivel de pensamiento oficial, durante todo el siglo XIX. A veces, empleando el poder del estado para imponerla por la fuerza y complaciéndose de ello, como cuando Sarmiento se regocija del exterminio paraguayo agradeciendo a la providencia que un tirano (Solano López) haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní, pues era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana. En otras ocasiones, echando mano de estratagemas que intentarán  sin éxito ocultar su básico desdén por la cultura surgida de las masas y las lanzas populares”. Un ejemplo de 1837, en la Advertencia a la Cautiva, con que prologa su libro Rimas, Esteban Echeverría expresa, refiriéndose a sí mismo en tercera persona y no precisamente con  modestia exagerada.

Se lee en la Cautiva: “Mucha gentuza a las honras de Dorrego, litografías de sus cartas y retratos, luego se trovará la carta del desgraciado en las pulperías, como las de todos los desgraciados que se cantan en las tabernas. Esto es bueno, porque así el padre de los pobres será payado con el capitán Juan Quiroga y demás forajidos de su calaña. ¡Qué suerte!, vivir y morir indignamente y siempre con la canalla.

Resumiendo, canalla rural, por un lado, y gente decente de las ciudades, especialmente de la presuntuosa  ciudad puerto, por otro. Pueblo y elite. Suburbio y centro. Crudos y cocidos. En definitiva, chusma criolla, inepta, incivil y ruda, como la denominó Sarmiento, intelectuales extranjerizantes capaces de expresar ideas elevadas y profundos afectos. He ahí, en síntesis, la serie de simétricas oposiciones  que constituyen  la dialéctica movilizadora del acontecer social, político y cultural del siglo XIX entre nosotros”.

Hoy Macri y su clan político avanzan sobre  la  masa trabajadora. Su alianza con las clases altas es económica e ideológica. Siente placer cuando se planta delante de los sojeros y ha  de la revolución de la alegría. El mismo sentimiento vibra en su corazón cuando escucha a Jorge Triaca explicando la compra de la CGT.

Mientras los civilizadores mitristas eran la barbarie ahogando en sangre los gérmenes del progreso autónomo en el Paraguay, las masas analfabetas que seguían al general Peñaloza representaban el jacobinismo revolucionario del pueblo riojano en armas. Así, no los asesinos de gauchos sino los gauchos encarnaban los ideales revolucionarios europeos de los siglos XVIII y XIX.

Hoy los gauchos son el pueblo trabajador. Hoy Macri es Sarmiento y Mitre. Hoy la revolución comienza con el desborde de las bases sobre aquellos  que se aprovechan corruptamente de las instituciones. Hoy la democracia de Macri es la de Mitre, sin justicia social, sin contenido, sin progreso  pero sobrepasada de corrupción, cipayismo y tilinguería.

 

 

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