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Que se vayan todos

Por Gabriel Princip

Nadie que sepa analizar la actualidad nacional se pudo haber sorprendido con la funcionalidad de la CGT al gobierno del derechista de  Mauricio Macri.

Un triunvirato compuesto por dos hombres de Massa y uno de Moyano no deja lugar a dudas de la sociedad con el hijo de Franco. Es demasiado ingenuo sospechar en la oposición de Sergio Massa. Tampoco es serio creer que Moyano, desde su capacidad empresarial, salga en la defensa de los trabajadores. Entonces, ¿En qué cabeza cabe que estos muchachos revolucionarios del twitter, sicarios del pensamiento nacional y asesinos de las PYMES pueden encabezar un plan de lucha contra un socio que les proporciona enormes beneficios a sus compradas conciencias?

La CGT arrugó. Sus líderes de cartón tuvieron que huir perseguidos por sus bases traicionadas. Pero la columna vertebral del peronismo que alguna vez fue sagrada hoy representa a los sacros intereses del poder económico.  La Central Obrera sospechada de traidora cometió un gran error, visibilizó su adhesión al gobierno, hoy no caben dudas de que Judas está al mando de una CGT que no representa al mundo de los trabajadores.

Pero no es la única decepción del argentino. Los legisladores opositores también siguen la línea editorial de la CGT. Gritan, descalifican, pronuncian hermosos discursos pero votan cualquier ley cipaya que sea útil al tilingo presidente. Los Bossio cobran dietas por representar solo a sus bolsillos.

Pero no termina todo ahí. El poder judicial tampoco ayuda al pueblo argentino. Todo político que ose plantarse ante el poder real es perseguido a través de una justicia ciega y sesgada. Eso sí, los papeles de Panamá, de Bahamas, las rutas aéreas, Avianca y el correo por citar algunos casos son simples errores que no merecen la atención de la justicia argentina, una justicia hincha de Racing, es decir, no es Independiente.

La traición al pueblo argentino cierra con el componente mediático. Así, mientras  la causa del pueblo trabajador ocupa las calles porteñas, los medios hablan de López y Báez. Mientras se avala la estafa del clan con el correo, la tapa de Clarín habla de los conflictos sexuales de las hormigas coloradas.

Entonces, ya es hora que las bases desborden. Es tiempo de no respetar al diputado, al líder gremial, al periodista televisivo, al juez,  es hora de respetar y defender a la familia. Debemos mostrarnos indignados, enojarnos, ser contestatarios pero no en la sobremesa, ni el café en la calle.

Es hora de que se vayan todos, que no quede uno sólo, es tiempo de la revolución de la verdad para enterrar la mentira del sistema que por diferentes vías mata al pueblo in visibilizando la verdad, la honestidad y el trabajo.

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