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Sin unidad de criterio

Por Danny Wilde

La actualidad se cansa de decirnos que este gobierno está alejado de las mayorías, de la democracia y de la finalización con éxito de su mandato. Todos los indicadores económicos resultan negativos para este derechoso gobierno y las buenas noticias parten de los medios dominantes encargados de resaltar la mentira por la mentira misma.

Dijimos más de una vez que nada nuevo está ocurriendo. A quienes comparan a Macri con Menem, otros con Videla, algunos con Aramburu pero todos coinciden que esta gestión puede superar en entrega y maldad a aquellos que integraron la década infame.

Hablan bien de Macri, sus soldados, el empresariado, la oligarquía y un escaso porcentaje de la clase media que a pesar de compartir la desgracia económica con el resto de la sociedad, esboza una sonrisa porque el peronismo no está en el poder.

Todo tiene que ver con todo y todo con la colonización mental. Arturo Jauretche en “El medio pelo en la sociedad argentina”, afirmó que la colonización mental de las clase medias era el resultado de su visión europeísta, funcional al esquema de dominación antinacional de la oligarquía.

La clase media, como tal, no tenía una conciencia y una política propia que la representara en si misma- sostuvo Hernández Arregui, debido a que era incapaz de generar una unidad de criterio y plantear un proyecto genuinamente nacional. Esa incapacidad residía en la colonización mental a la que había sido expuesta por la falsa conciencia nacional de la oligarquía y la falsa representación de sus  verdaderos  intereses nacionales. La característica de la estructura de la educación impuesta a un país dependiente obedecía a las siguientes reglas, 1) al ideal de vida de la clase dominante y 2) de las generaciones intelectuales al servicio de esa clase.

Con ello uno piensa en voz alta y coincide con Arregui cuando habla del sistema educativo. Decía Arregui «La historia de nuestra universidad es, por eso la historia de nuestra oligarquía. La universidad, asentada como institución modeladora y transmisora de la cultura oficial, sobre la dualidad del latifundio terrateniente y el imperialismo extranjero, ha limitado su misión, que debió ser nacional, a la tarea de formar conciencias adictas al sistema de los valores culturales derivados de la propiedad territorial. De ahí al carácter anticientífico de la enseñanza superior disimulado tras la farsa de la libertad de espíritu.

Por esa razón, Hernández Arregui afirmó que todo el sistema educativo de la oligarquía agro-ganadera exportadora de la pampa húmeda, históricamente tendió a la reproducción, la fijación de creencias, hábitos de comportamiento y sobre todo de acatamiento de las normas de la clase educadora y dirigente del país. La construcción de este poder recorrió el trayecto  que se iniciaba en la educación primaria, secundaria, universitaria, los institutos de enseñanza privada, la iglesia, el periodismo, etc. del poder de la clase dominante que se construyó bajo las premisas genéricas de la “enseñanza libre”, la “libertad de prensa”, “sindicalismo libre”, etc. De allí la preocupación de la oligarquía por consolidar el sistema educativo argentino ya que era la piedra angular del dominio político de un país colonial, en la medida que se custodiaba los ideales formativos de una oligarquía reanimada, por el apoyo externo del imperialismo, debido a que la filosofía positivista del imperialismo anunciaba que cada país podía “ progresar” por si mismo, gracias a la alfabetización de las masas y “educar al soberano” fue la preocupación primordial de Sarmiento con la universalización de la escuela primaria.

Bajo estas ideas estamos colonizados, con una educación que no enseña, con un periodismo que no informa, con una religión que no deja de lado el materialismo, y con políticas donde las minorías tienen el poder en desmedro de las mayorías.  En síntesis, no tenemos unidad de criterio.

 

 

 

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