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LA CRIPTO Y EL CUENTO DEL TIO

Por Bret Sinclair

El cuento del tío es aquella estafa que resulta de un engaño con falsedades para lograr dinero impunemente. Es tan viejo como la puerta. En diferentes épocas el cuento del tió cambió su formato.

En los primeros años del siglo 20 se decían, “te vendieron un buzón”, y era ese engaño por  venta de tierras en lugares inhóspitos. Luego llegaron las financieras que siempre existía alguien que por su cuenta colocaba dinero en un banco del exterior, pero esto no pasaba nunca.

La plata dulce fue el reino de la estafa. Fabricas vacías, sin empleados pero que servían para solicitar prestamos para sociedades que nunca existieron. Hablamos del siglo 19, pero en el 18 también sonaba el cuento del tío.

Bernardino Rivadavia se asoció a un financista yanqui y ambos sacaban dinero del gobierno de la primera junta para financiar empresas fantasmas. Rivadavia fue presidente y originó un préstamo a la Casa Baring donde se adueñó del 50 por ciento del capital aportado. 500 mil libras se llevó el hombre que tiene la calle mas larga de la Argentina.

Estafas en este país podemos contar cientos. En los 90 la moda se instaló con los tiempos compartidos. Hoy reemplazados por los barrios cerrados sobre tierras fiscales y sin escritura. Ni hablar del prestamista que huye con la plata o te manda el matón para que salgas de gira. El narco también participa de esta gestión. La venta de autos y casas también son regidas por el cuento del tío. Hasta acá nada que no haya escuchado o visto. Error apareció la cripto y en reemplazo de Rivadavia llegó Milei.

Su hermana, el jefe o la tortera, no deja entrevista sin cobrar una propina de 40 mil verdes. El precio de la ley de bases no se sabe, pero ya cayó un senador y vive felizmente en una cárcel paraguaya.

Este gobierno tiene como línea editorial el saqueo. El zoo Lander presidente pone cara de idiota no de honesto, de pervertido, de loco, pero nunca de honrado. Las entrevistas se cobran, las coimas vuelan y Cristina Pérez las denuncia, el Jony vive en Le Parc en un departamento de 2 millones verdes y no en uno de tres ambientes y tarifa cada editorial. Todo es guita, todo es robo mientras el asalariado se transforma en desempleado y el jubilado en muerto. Es hora de salir. ¿No le parece?

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