Sociedad

El sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación en Javier Milei.

 

«Lacan sostiene que el sujeto está irrevocablemente dividido entre el sujeto que habla –el “yo” de la enunciación– y el “yo” gramatical que representa al sujeto en el enunciado [ énoncé]. En opinión de Lacan, las aparentes paradojas lógicas como “estoy mintiendo” se generan a partir de la falta de reconocimiento de esta distinción, que, como sugiere Lacan, es esencialmente no problemática en sí misma ( S XI , 138-39). Si bien la distinción puede no ser problemática, la relación entre los dos “sujetos” no lo es, y de hecho es una preocupación central de la teoría de Lacan a principios de los años 1960». (Le sujet de l’énonciation/le sujet de l’énoncé).

El Presidente de la Nación Argentina, Javier Milei, tras una entrevista grabada, luego del caso $Libra, dejó en evidencia un aspecto nodal de lo humano que lo trabajan desde hace tiempo diferentes campos del saber.

En su condición de primer mandatario, no puede ontológicamente escindirse de su naturaleza de sujeto. Desde la teoría psicológica se podría definirlo como el «sujeto-sujetado». Esta imposibilidad, es tomada, desde una perspectiva periodística-comunicacional y jurídica, como una falencia que se le endilga al hablante y obviamente utilizada políticamente, cuando en verdad, al menos en el presente artículo, nos interesa la raíz misma del dilema y su variabilidad que no necesariamente es una ambivalencia o contradicción en un sentido estructural o absoluto.

Javier Miei, sin conocer probablemente de esta limitación en su condición de sujeto, actúa con honestidad brutal e incorrección política, al reconocer lo obvio: no puede escindirse en el habla (sea grabada o no la entrevista) de su condición de sujeto, por más que articule discursos o palabras con sentido, desde su rol, función, posición y lugar de Presidente de la Nación.

El entrevistador, insiste en remarcarle la falta, una falta que no puede ser atribuida a un sujeto específico, sino que es la falta señalada por Lacan que padecemos todos los seres humanos, independientemente de nuestros roles.

Javier Milei, no cae en la pretensión de poder torsionar o distorsionar la imposibilidad. No hace uso de la enunciación (lo que dice) anteponiendo su rol de Presidente (quién lo dice), al contrario, se aferra a su condición de sujeto (de economista, de quiién posteó el mensaje polémico en X) por más que desde el campo, comunicacional, político y ¿jurídico? le genere problemas o dificultades.

Uno puede decir que el mundo es horrible. Pero la enunciación de lo que sea horrible para quién lo enuncia, necesariamente significará otra cosa tanto para él mismo como para lo que pueda significar horrible para los demás.

Entendiendo que la verdad, en términos del habla, no es más que una producción discursiva, el hablante no persigue más que la persecución del placer, ni siquiera el convencimiento o la seducción (dónde operarían disposiciones a decir lo que no se desea, es decir mentir intencionalmente o traicionarse).

Sí algo dejó en claro Javier Milei, es que sigue siendo él mismo, sin que el pesado ropaje de la presidencia lo condicione o modifique sustancialmente. ¿Es lo conveniente, lo adecuado, deberá modificarlo? Preguntas que sólo las responderá con sus actos que en el fondo, como todos los actos, se construyen desde el habla.

Haber pretendido generar recursos, al límite de las formas, no es más que la condición en la que nos econtramos la mayoría de los presididos por nuestro Presidente que encontró el límite de los números, invento necesario e imprescindible pero invento al fin, en la dilemática cuestión, ambivalente y contradictoria, de que los sujetos hablantes somos tanto el yo que enuncia y los enunciados.

 

Por Francisco Tomás González Cabañas.

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