Golpe a golpe, verso a verso
Cuando Cristina Fernández designó como candidato a presidente a su ex enemigo Alberto Fernández la tropa k aplaudió a rabiar. Desde este espacio periodístico nunca se comprendió la mala decisión de la ex presidenta.
Quien conoce, desde sus inicios en la política, a Alberto sabe la calidad de persona que es. Siempre quiso ser intendente porteño, luego jefe de la ciudad, pero nunca generó simpatía en ninguna agrupación. Se vendía como lo que no era, decía ser justicialista, nunca lo fue. Pero no genera empatía simplemente por su propia vibra. El maltrato hacia el prójimo era y es una costumbre que simuló con su impostada cortesía y su voz baja.
La denuncia de Fabiola Yañez no sorprendió nadie que lo conociera. Tampoco la ex esposa es una santa mujer. Su comportamiento en los últimos tiempos daba para pensar que no era simplemente la primera dama, sino que existía aires de Mata Hari.
La foto de la pandemia acentuó la sospecha sobre ella. Quizás, gracias a la impunidad que otorga el poder, no haya meditado que ese cumpleaños, al menos, no debía ser visibilizado. Lo hizo. También siempre supo quien envió y distribuyó la foto. Su marido muy enojado, su jefe muy contento. ¿Entonces la pregunta es quien es su jefe? Veamos.
La vida siguió, Alberto traicionó la confianza de su vicepresidente, se peleó con Máximo, nunca hizo un buen arreglo con el FMI, y jamás acompaño al candidato Sergio Massa para que logre el triunfo.
En su vida privada, pocos sabían de las discusiones matrimoniales y de la mudanza hacia otro chalet dentro de la quinta presidencial de la madre de su último hijo. Tampoco muchos conocían el destrato que tenía el Alberto con su hijo mayor y muchos menos sabían que había nombrado ministro a otro golpeador.
Lo cierto es que Alberto dejó la presidencia y conoció la soledad del poder perdido. Mientras esto sucedía su esposa filmaba una película sobre su vida. La pregunta es a quien le interesaría un film sobre la vida de la primera dama de un presidente tan aburrido como Victorino de la Plaza. Respuesta, a ella y a su jefe que era un hombre muy conectado a los medios.
Hasta la diciembre del 2023 las discusiones siguieron y el maquillaje simuló las manos presidenciales. Ya algunos ministros conocían la situación y la mano derecha del Alberto también. Marcela Cantero sabía todo, pero no decía nada por dos razones, una por lealtad a su jefe de toda la vida y la segunda y mas importante, los negocios de su esposo con el presidente.
Mientras esto acontecía el verso albertista seguía. Ministerio de la mujer, cero asistencias a Milagro Sala, cortes y educado hacia afuera y destrato al hijo y a la esposa hacia adentro, en resumen, golpe a golpe, verso a verso. En el medio eran conocidas las aventuras por fuera del matrimonio, pero por dentro de la quinta del hombre en cuestión. Una secretaria, una modelo y una periodista dieron argumentos para que su mentora un día le dijera “acá traes a tus aventuristas”, en realidad utilizó otro término más coloquial la ex presidente.
Mientras la soberbia impedía un buen gobierno, el jefe daba indicaciones. La foto de Olivos, el hijo, la película y finalmente el golpe final, la denuncia por violencia de genero en el momento exacto. Previo al armado de listas.
Hoy Alberto vive en depresión, su carrera ha culminado. El tiro de gracia se le dio su archienemigo y jefe de Fabiola, no lo saben. Bien su nombre empieza con H y su apellido con M. Este bonaerense en una semana se sacó de encima a Guillermo Moreno y al esposo de Fabiola. Nosotros en la de siempre, tratando de llegar a mitad de mes y analizando a Maduro o el sexo entre la hormiga colorada y la negra, o sea en la pavada que nos
marcan los medios, ¿no le parece?